En 1962, la Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles convocó a los principales constructores de locomotoras del mundo a un concurso para la adquisición de sesenta locomotoras diésel de uso mixto, capaces de remolcar trenes de viajeros y de mercancías. Tras los habituales avatares de este tipo de trámites administrativos, el 10 de julio de 1964 fue contratada la empresa norteamericana ALCO Products Inc para el suministro de sesenta locomotoras modelo DL-500S y especificación FPD-9, tal y como es habitual en el ferrocarril norteamericano.
Se trata de una locomotora diesel-eléctrica de 2180 caballos y capaz de circular a 120 km/h, basada en los diseños “World Locomotive” de ALCO (acrónimo de American Locomotive Company), los cuales habían sido exportados en gran número a Europa, Sudamérica, India y Australia, con notable éxito operacional. En España, ya disponíamos de ellas (series 1600 y 1800).
Una locomotora diésel eléctrica funciona como un generador diésel que suministra energía eléctrica a los motores, eléctricos, ubicados en los ejes. Su gran simplicidad y fiabilidad, sumado a la economía de construcción respecto a otras soluciones mecánicas, hacen que la tracción eléctrica sea el estándar actual en el ferrocarril mundial. Cabe decir que ALCO diseñó la primera locomotora con este sistema, en el lejano 1925.
El diseño ganador del concurso fue una adaptación específica a las necesidades del ferrocarril español, creando una locomotora con dos cabinas idénticas (lo cual no existe en el ferrocarril norteamericano), suponiendo una enorme ventaja en las necesidades de explotación españolas. El diseño fue posteriormente empleado en múltiples locomotoras por todo el mundo, especialmente en Australia.
Prestaron servicio, especialmente, por ambas Castillas, Madrid, Extremadura, Galicia y Asturias, remolcando, tal y como fueron concebidas, todo tipo de trenes, desde los más prestigiosos expresos hasta trenes de trabajos.